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jueves, 4 de mayo de 2017

Romanticismo - Chales Baudelaire - Las Flores del Mal


Grupo 6° Derecho 1 Liceo N° 1 Dr. Alfonso Espínola


Romanticismo
   Se puede definir al Romanticismo como una revolución literaria, que fue paralela con la revolución política de 1789 (Revolución Francesa). Supuso una nueva forma de entender el mundo, y una nueva reformulación de valores. El romántico rechaza las jerarquías aceptadas hasta el momento, se siente incómodo con la rigidez del mundo en que viven.
   El prototipo de hombre romántico es joven, rebelde, inconformista, sediento de justicia, sensible y deseoso de mostrarse tal como es, cambiante, soberbio, con conciencia de ser víctima social. Es un inadaptado, un individuo difícil de integrarse dentro del orden social, y a su vez orgulloso de no estarlo. Desea y necesita estar fuera del mundo que desprecia, mundo regido por principios como la apariencia y el dinero. El romántico es esencialmente un idealista.
   Esta inadaptación del romántico lo lleva a buscar nuevos mundos alternativos, en los que puedan evadirse. Mundo lejanos, perdidos, exóticos, donde la realidad no pueda alcanzarlos y destruirlos. La realidad los niega a ellos, entonces ellos niegan la realidad por medio de la evasión. Así ellos oponen a la realidad, el ideal. En esos mundos estarán resueltas las contradicciones y las carencias del presente.



El caminante sobre el mar de nubes 
Der Wanderer über dem Nebelmeer
Caspar David Friedrich, 1818
                                    

   Tener buscar mundos exóticos les recuerda que han perdido uno, el que viven, por eso el hombre romántico están siempre teñido por un sentimiento de melancolía y tristeza que les impide disfrutar del presente.
   La razón por la cuál deben huir mentalmente de esta sociedad es la falsa apariencia de felicidad y seguridad que maneja el hombre burgués. La Razón no ha hecho que alejar al hombre de la Vida y la Verdad auténtica.
   Una de las características de esos lugares elegidos por los románticos, son los que predomina la Naturaleza, símbolo de la armonía perdida. Hubo una época en la que el Hombre era Naturaleza; era parte de ella y no estaba en ella. En ese tiempo no había preguntas que atormentaran su existencia, no había dolor ni angustia, sólo el simple devenir de la vida. Esos son los mundo que el romántico quiere partir con su imaginación.
   Sin embargo, el hombre romántico se mueve en el terreno de la ambigüedad. Tanto desea ser seguido por esa sociedad, como la rechaza de plano. Se presenta ante el mundo de forma estruendosa y reclama ser seguido por todos. Es un líder al que todos ignoran su voz. Se lanza a la búsqueda de un destino heroico y casi siempre tiene un referente al que imitar, de la misma manera que lo hizo “Don Quijote” muchos siglos antes. No es casual que ellos se identificaran con este personaje de novela y lo ensalzaran.
   Este deseo de ser un líder, y a su vez ser un ignorado por todos lo lleva a una profunda soledad, tema recurrente en la literatura romántica. El hombre romántico es el eterno incomprendido, se encuentra solo con una verdad que le llena pero que es incapaz de hacer comprender a otros. Esto lo hace un rebelde de la sociedad en que vive.
   La autenticidad y la originalidad son dos pilares fundamentales de este hombre. Prefieren dejarse matar antes que fingir ante los otros, si cree que estos son falsos. Cualquier hipocresía y cualquier convencionalismo son motivos de lucha para ellos. Si algo asusta al romántico es la indiferencia, verse confundido o atrapado por la igualdad, ser uno más, un anónimo. La soledad, el aislamiento, la originalidad, es preferible ser el único acusado antes que ser uno más entre los jueces.
   La soledad del héroe romántico tiene ese carácter trágico. Sin embargo, él consigue hacer de su fracaso social un signo de triunfo. Ser rechazado le permite confirmar que está en posesión de una verdad profunda, que por su grandeza, se vuelve incomprensible para todos los demás, que no están a su altura.
   El arte ya no tiene la función de reconciliar a la sociedad, ni de enseñar. Ahora el arte es individual y no asume la visión de la comunidad, sino la visión subjetiva del artista.
  La superioridad del hombre romántico está en la capacidad de sufrimiento y en la dimensión de su dolor que no se compara con el dolor vulgar. Él vive el dolor en forma extrema, llega a elevar cualquier pena diaria a niveles grandiosos. Es el dolor el signo de su sensibilidad. Así lo que los demás viven superficialmente, para el romántico es una tragedia.
Características literarias:
  • Subjetivismo. Predomina el sentimiento personal, el “yo” como único sentimiento válido, el tono confidencial de la poesía es característica también de la literatura romántica. El sentimiento está por encima de la razón, y la imaginación, muy por encima de la realidad.
  • Melancolía y amor a la soledad. El romántico lleva consigo un desgano por la vida que le toca. Una de las actitudes más comunes es el “spleen”, también llamado “mal del siglo”. Esto es una especie de neurosis proveniente del contraste entre la realidad que se ha soñado y la realidad que se vive. El hombre romántico sueña con un mundo de ficción alegre, carnal y dinámico.
  • Evasión. Uno de los motivos de la evasión es el dolor que les provoca la realidad. La lucha contra las reglas clásicas y la rigidez del clasicismo, los llevan a buscar espacios donde se sientan plenos y libres. Esos espacios deben estar muy lejos en el tiempo y en el espacio, y permitir el descubrimiento de un mundo desconocido.
  • Sentimiento de sublimación de la naturaleza. El romanticismo se consustancia con la naturaleza y ésta se transforma en su confidente, en ella halla su consuelo. En el Romanticismo el paisaje lo invade todo, éste es exótico, poco conocido. Por lo general el paisaje tiene relación con el interior de la persona o personaje. El romántico entiende que el clima y la naturaleza reflejan su interior.
  • Idealizan a la mujer o la demonizan. La mujer es vista como algo eróticamente inalcanzable, o porque la muerte los separa, o porque ella está comprometida o tal vez, ni siquiera es de este mundo. La mujer envuelve al romántico y le hace vivir a sus expensas. El romántico queda atrapado en ese sentimiento, aún cuando esa mujer sea de piedra.
  • El elemento sobrenatural. Este también fue un tema muy apreciado por los románticos. Esta tendencia se vio reforzada por la desilusión que les provocaba el racionalismo del siglo XVIII.
  • En cuanto a lo formal, hay una libertad temática y una forma de expresión que debe fluir espontáneamente según sus emociones o pasiones. Así no se seguirán las formas rígidas de la poesía, sino que como sienta el artista, así expresará sus versos.

El Romanticismo y el Simbolismo
   A la sensibilidad romántica, solo constituida por las exigencias del corazón, el Simbolismo le agrega un análisis lúcido de la NATURALEZA HUMANA.
  El “mal del siglo” romántico (melancolía, soledad profunda del poeta) se transforma en tedio, hastío, spleen: una inmóvil e impotente desesperación, sentimiento que sobrepasa al Romanticismo. La naturaleza no es siempre pura y apacible, aparece la ciudad, lo artificial.
   Charles Baudelaire (1821- 1867) fue un poeta y crítico de arte francés, parisino para ser más específico, nacido en 1821 y muerto en 1867. Coinciden todas las biografías en que llevó una vida licenciosa, bohemia, y que tuvo relación con muchos de los grandes poetas contemporáneos, como Hugo o Vigny, entre otros. Fue llamado por la crítica "poeta maldito", dado que uno de sus tópicos más recurrentes fue el Mal.

   Las Flores del Mal, ha sido considerada su obra maestra.



   La primera edición de esta obra data de 1857, después del período de decadencia del Romanticismo, es considerada una de las obras más maduras del movimiento, en donde el poeta tiene la conciencia más crítica del Romanticismo. La melancolía que se había expresado en las novelas del movimiento se transforma en angustia, el demonio que posee los corazones ahora también posee las conciencias. Baudelarie, desde lo natural, vislumbra lo sobrenatural, a través de lo múltiple, lo único, a través del transcurrir de los instantes lo eterno.
   En su primera edición de 1857, de Las Flores del Mal fueron censurados 6 poemas por "ultraje a la moral pública y a las buenas costumbres". Fue obligado, junto a su editor, a pagar multas. Baudelaire comentó sobre el hecho que:
"Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmortales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias..."
   En 1861 se hace una segunda edición, que si bien deja fuera a los poemas censurados, agrega 30 poemas nuevos. La versión definitiva será póstuma, de 1868, y contará con 151 poemas.
   Las Flores del Mal es una obra de concepción clásica, es decir, digna de ser imitada, y que marca un modelo para las generaciones venideras, de un contenido oscuramente romántico, en que los poemas se exponen de manera ordenada, siguiendo un criterio. Las Flores del Mal no es un simple poemario, en donde los poemas están juntos por el sólo propósito de juntarlos. Tienen valor por sí mismos, pero tampoco puede ser despreciado el inmenso valor que tiene como parte de un todo integrado, que es la obra. Como apertura de la obra aparece el poema "Al Lector", que cumple la función de un prólogo, en él la obra se apoyará para despegar en su viaje. Luego, está divida en seis secciones, siendo "Spleen e Ideal" la primera de ellas, y la más extensa, abarcando más de la mitad de la obra. Mediante el Amor y el Tedio, el Poeta llega a la "conciencia en el mal". En la segunda sección, llamada Cuadros Parisinos, compuesta de dieciocho poemas, el Poeta contempla la ciudad y sus habitantes, dejando de buscar en sí mismo para ser testigo de las calles de París; descubriendo en el exterior el problema esencial de la condición humana: el Mal. La tercera sección se llama El Vino, y está compuesta por cinco poemas y es un intento de huída a los paraísos artificiales, que no termina sino en el fracaso y el tedio. En la cuarta sección, titulada Las Flores del Mal, se aprecian doce poemas en que se constituyen los apóstoles del mal. La quinta sección, titulada Rebelión, según Thibaudet "después de haber optado por el mal el poeta opta por el jefe del mal, por el Diablo", y por su gesto más definidor, la blasfemia, la rebelión. Cuenta solo con tres poemas. Como no podía ser de otra forma, la obra cierra con La Muerte. Una sección que cuenta con seis poemas, que son la muerte de los protagonistas (los artistas, los amantes, los pobres), y el comienzo de un viaje hacia lo "Nuevo".
   En palabras del propio autor: “En este libro atroz puse todo mi pensamiento, todo mi corazón, toda mi religión (travestida), todo mi odio". Lo que da unidad a su libro es la confesión que el autor hace de su mal, de sus esperanzas, de sus fracasos, de sus desconfianzas. En oposición a los poetas ilustres que han elegido "las provincias más floridas del dominio poético", se propone "extraer la belleza del Mal". De esta manera, el autor, a través de su propia experiencia, quiso retratar la tragedia del ser humano, a menudo disfrazada de un falso pudor: "¡Hipócrita lector, mi semejante, mi hermano!". Es la tragedia del hombre doble: ángel caído y objeto de un conflicto perpetuo entre el Cielo (espiritualidad) y el Infierno (animalidad). El libro explica su composición gracias a esta dualidad: hay partes en que parece triunfar las aspiraciones hacia el Ideal y otras que hablan de caídas lamentables, fuentes de un mal moral que el poeta llama el "Spleen".


Extraído de:
Mejía González, Fabián. Visión del mundo de los Románticos. Bogotá. 2010
Bula Píriz, Roberto y Mirza, Rogelio. Charles Baudelaire. Ed. Técnica. Montevideo 2009

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