Grupo 6° Derecho 1 Liceo N° 1 Dr. Alfonso Espínola
Romanticismo
Se
puede definir al Romanticismo como una revolución literaria, que fue
paralela con la revolución política de 1789 (Revolución Francesa).
Supuso una nueva forma de entender el mundo, y una nueva
reformulación de valores. El romántico rechaza las jerarquías
aceptadas hasta el momento, se siente incómodo con la rigidez del
mundo en que viven.
El
prototipo de hombre romántico es joven, rebelde, inconformista,
sediento de justicia, sensible y deseoso de mostrarse tal como es,
cambiante, soberbio, con conciencia de ser víctima social. Es un
inadaptado, un individuo difícil de integrarse dentro del orden
social, y a su vez orgulloso de no estarlo. Desea y necesita estar
fuera del mundo que desprecia, mundo regido por principios como la
apariencia y el dinero. El romántico es esencialmente un idealista.
Esta
inadaptación del romántico lo lleva a buscar nuevos mundos
alternativos, en los que puedan evadirse. Mundo lejanos, perdidos,
exóticos, donde la realidad no pueda alcanzarlos y destruirlos. La
realidad los niega a ellos, entonces ellos niegan la realidad por
medio de la evasión. Así ellos oponen a la realidad, el ideal. En
esos mundos estarán resueltas las contradicciones y las carencias
del presente.
El
caminante sobre el mar de nubes
Der
Wanderer über dem Nebelmeer
Caspar
David Friedrich,
1818
|
Tener
buscar mundos exóticos les recuerda que han perdido uno, el que
viven, por eso el hombre romántico están siempre teñido por un
sentimiento de melancolía y tristeza que les impide disfrutar del
presente.
La
razón por la cuál deben huir mentalmente de esta sociedad es la
falsa apariencia de felicidad y seguridad que maneja el hombre
burgués. La Razón no ha hecho que alejar al hombre de la Vida y la
Verdad auténtica.
Una
de las características de esos lugares elegidos por los románticos,
son los que predomina la Naturaleza, símbolo de la armonía perdida.
Hubo una época en la que el Hombre era Naturaleza; era parte de ella
y no estaba en ella. En ese tiempo no había preguntas que
atormentaran su existencia, no había dolor ni angustia, sólo el
simple devenir de la vida. Esos son los mundo que el romántico
quiere partir con su imaginación.
Sin
embargo, el hombre romántico se mueve en el terreno de la
ambigüedad. Tanto desea ser seguido por esa sociedad, como la
rechaza de plano. Se presenta ante el mundo de forma estruendosa y
reclama ser seguido por todos. Es un líder al que todos ignoran su
voz. Se lanza a la búsqueda de un destino heroico y casi siempre
tiene un referente al que imitar, de la misma manera que lo hizo “Don
Quijote” muchos siglos antes. No es casual que ellos se
identificaran con este personaje de novela y lo ensalzaran.
Este
deseo de ser un líder, y a su vez ser un ignorado por todos lo lleva
a una profunda soledad, tema recurrente en la literatura romántica.
El hombre romántico es el eterno incomprendido, se encuentra solo
con una verdad que le llena pero que es incapaz de hacer comprender a
otros. Esto lo hace un rebelde de la sociedad en que vive.
La
autenticidad y la originalidad son dos pilares fundamentales de este
hombre. Prefieren dejarse matar antes que fingir ante los otros, si
cree que estos son falsos. Cualquier hipocresía y cualquier
convencionalismo son motivos de lucha para ellos. Si algo asusta al
romántico es la indiferencia, verse confundido o atrapado por la
igualdad, ser uno más, un anónimo. La soledad, el aislamiento, la
originalidad, es preferible ser el único acusado antes que ser uno
más entre los jueces.
La
soledad del héroe romántico tiene ese carácter trágico. Sin
embargo, él consigue hacer de su fracaso social un signo de triunfo.
Ser rechazado le permite confirmar que está en posesión de una
verdad profunda, que por su grandeza, se vuelve incomprensible para
todos los demás, que no están a su altura.
El
arte ya no tiene la función de reconciliar a la sociedad, ni de
enseñar. Ahora el arte es individual y no asume la visión de la
comunidad, sino la visión subjetiva del artista.
La
superioridad del hombre romántico está en la capacidad de
sufrimiento y en la dimensión de su dolor que no se compara con el
dolor vulgar. Él vive el dolor en forma extrema, llega a elevar
cualquier pena diaria a niveles grandiosos. Es el dolor el signo de
su sensibilidad. Así lo que los demás viven superficialmente, para
el romántico es una tragedia.
Características
literarias:
-
Subjetivismo. Predomina el sentimiento personal, el “yo” como único sentimiento válido, el tono confidencial de la poesía es característica también de la literatura romántica. El sentimiento está por encima de la razón, y la imaginación, muy por encima de la realidad.
-
Melancolía y amor a la soledad. El romántico lleva consigo un desgano por la vida que le toca. Una de las actitudes más comunes es el “spleen”, también llamado “mal del siglo”. Esto es una especie de neurosis proveniente del contraste entre la realidad que se ha soñado y la realidad que se vive. El hombre romántico sueña con un mundo de ficción alegre, carnal y dinámico.
-
Evasión. Uno de los motivos de la evasión es el dolor que les provoca la realidad. La lucha contra las reglas clásicas y la rigidez del clasicismo, los llevan a buscar espacios donde se sientan plenos y libres. Esos espacios deben estar muy lejos en el tiempo y en el espacio, y permitir el descubrimiento de un mundo desconocido.
-
Sentimiento de sublimación de la naturaleza. El romanticismo se consustancia con la naturaleza y ésta se transforma en su confidente, en ella halla su consuelo. En el Romanticismo el paisaje lo invade todo, éste es exótico, poco conocido. Por lo general el paisaje tiene relación con el interior de la persona o personaje. El romántico entiende que el clima y la naturaleza reflejan su interior.
-
Idealizan a la mujer o la demonizan. La mujer es vista como algo eróticamente inalcanzable, o porque la muerte los separa, o porque ella está comprometida o tal vez, ni siquiera es de este mundo. La mujer envuelve al romántico y le hace vivir a sus expensas. El romántico queda atrapado en ese sentimiento, aún cuando esa mujer sea de piedra.
-
El elemento sobrenatural. Este también fue un tema muy apreciado por los románticos. Esta tendencia se vio reforzada por la desilusión que les provocaba el racionalismo del siglo XVIII.
-
En cuanto a lo formal, hay una libertad temática y una forma de expresión que debe fluir espontáneamente según sus emociones o pasiones. Así no se seguirán las formas rígidas de la poesía, sino que como sienta el artista, así expresará sus versos.
El
Romanticismo y el Simbolismo
A
la sensibilidad romántica, solo constituida por las exigencias del
corazón, el Simbolismo le agrega un análisis lúcido de la
NATURALEZA HUMANA.
El
“mal del siglo” romántico (melancolía, soledad profunda del
poeta) se transforma en tedio, hastío, spleen: una inmóvil e
impotente desesperación, sentimiento que sobrepasa al Romanticismo.
La naturaleza no es siempre pura y apacible, aparece la ciudad, lo
artificial.
Charles
Baudelaire (1821- 1867) fue un poeta y crítico de arte francés,
parisino para ser más específico, nacido en 1821 y muerto en 1867.
Coinciden todas las biografías en que llevó una vida licenciosa,
bohemia, y que tuvo relación con muchos de los grandes poetas
contemporáneos, como Hugo o Vigny, entre otros. Fue llamado por la
crítica "poeta maldito", dado que uno de sus tópicos más
recurrentes fue el Mal.
Las Flores del Mal, ha sido
considerada su obra maestra.
La
primera edición de esta obra data de 1857, después del período de
decadencia del Romanticismo, es considerada una de las obras más
maduras del movimiento, en donde el poeta tiene la conciencia más
crítica del Romanticismo. La melancolía que se había expresado en
las novelas del movimiento se transforma en angustia, el demonio que
posee los corazones ahora también posee las conciencias. Baudelarie,
desde lo natural, vislumbra lo sobrenatural, a través de lo
múltiple, lo único, a través del transcurrir de los instantes lo
eterno.
En
su primera edición de 1857, de Las Flores del Mal fueron censurados
6 poemas por "ultraje a la moral pública y a las buenas
costumbres". Fue obligado, junto a su editor, a pagar multas.
Baudelaire comentó sobre el hecho que:
"Todos
los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras
inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a
Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me
acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a
sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada momento de la
manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmortales cómo
podían exhibirse públicamente semejantes indecencias..."
En
1861 se hace una segunda edición, que si bien deja fuera a los
poemas censurados, agrega 30 poemas nuevos. La versión definitiva
será póstuma, de 1868, y contará con 151 poemas.
Las
Flores del Mal es una obra de concepción clásica, es decir,
digna de ser imitada, y que marca un modelo para las generaciones
venideras, de un contenido oscuramente romántico, en que los poemas
se exponen de manera ordenada, siguiendo un criterio. Las Flores
del Mal no es un simple poemario, en donde los poemas están
juntos por el sólo propósito de juntarlos. Tienen valor por sí
mismos, pero tampoco puede ser despreciado el inmenso valor que tiene
como parte de un todo integrado, que es la obra. Como apertura de la
obra aparece el poema "Al Lector", que cumple la función
de un prólogo, en él la obra se apoyará para despegar en su viaje.
Luego, está divida en seis secciones, siendo "Spleen e
Ideal" la primera de ellas, y la más extensa, abarcando más
de la mitad de la obra. Mediante el Amor y el Tedio, el Poeta llega a
la "conciencia en el mal". En la segunda sección, llamada
Cuadros Parisinos, compuesta de dieciocho poemas, el Poeta
contempla la ciudad y sus habitantes, dejando de buscar en sí mismo
para ser testigo de las calles de París; descubriendo en el exterior
el problema esencial de la condición humana: el Mal. La tercera
sección se llama El Vino, y está compuesta por cinco poemas
y es un intento de huída a los paraísos artificiales, que no
termina sino en el fracaso y el tedio. En la cuarta sección,
titulada Las Flores del Mal, se aprecian doce poemas en que se
constituyen los apóstoles del mal. La quinta sección, titulada
Rebelión, según Thibaudet "después de haber optado
por el mal el poeta opta por el jefe del mal, por el Diablo",
y por su gesto más definidor, la blasfemia, la rebelión. Cuenta
solo con tres poemas. Como no podía ser de otra forma, la obra
cierra con La Muerte. Una sección que cuenta con seis
poemas, que son la muerte de los protagonistas (los artistas, los
amantes, los pobres), y el comienzo de un viaje hacia lo "Nuevo".
En
palabras del propio autor: “En este libro atroz puse todo mi
pensamiento, todo mi corazón, toda mi religión (travestida), todo
mi odio". Lo que da unidad a su libro es la confesión que
el autor hace de su mal, de sus esperanzas, de sus fracasos, de sus
desconfianzas. En oposición a los poetas ilustres que han elegido
"las provincias más floridas del dominio poético", se
propone "extraer la belleza del Mal". De esta manera, el
autor, a través de su propia experiencia, quiso retratar la tragedia
del ser humano, a menudo disfrazada de un falso pudor: "¡Hipócrita
lector, mi semejante, mi hermano!". Es la tragedia del hombre
doble: ángel caído y objeto de un conflicto perpetuo entre el Cielo
(espiritualidad) y el Infierno (animalidad). El libro explica su
composición gracias a esta dualidad: hay partes en que parece
triunfar las aspiraciones hacia el Ideal y otras que hablan de caídas
lamentables, fuentes de un mal moral que el poeta llama el "Spleen".
Extraído de:
Mejía González, Fabián. Visión del mundo de los Románticos. Bogotá. 2010
Bula Píriz, Roberto y Mirza, Rogelio. Charles Baudelaire. Ed. Técnica. Montevideo 2009
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